La joya del atletismo cuenta su historia de esfuerzos, desde comer poco hasta ir a competir sin plata. “Iba a los hoteles y tiraba el colchón al piso”.
Braian tenía que ir a competir al Cenard, todo el día. Y, sin dinero y ya con algo de hambre, dudó. Sólo transporte tenía porque su entrenador, Gustavo Osorio, lo llevaba atrás en su motito. Pero plata, nada. No había. Su madre Rosa sólo tenía dos pesos para alimentar a los hermanos del atleta. Pero tomó una decisión... Y Toledo, cuando estaba entrenando en calor, metió la mano en su bolsillo y encontró el billete. “Fue un gesto grande, que nunca voy a olvidar. Me lo dio a mí y se los sacó a mis hermanos. Me veía tan entusiasmado que iba a competir y no le importó, aunque se quedaba sin plata para el día. Hoy, esos recuerdos me dan ganas de darle todo”, dice ya convertido en una estrella latinoamericana.
No fue nada fácil la vida de los Toledo en el humilde barrio Martín Fierro de Marcos Paz, sin la figura paterna y viviendo en una casilla pequeña, con una sola pieza para los cuatro (los hermanos son menores: Débora e Ignacio). Braian, un portento físico, deslumbró a Osorio lanzando pelotas de sóftbol cuando estaba en cuarto grado. El pibe también jugaba en los potreros con amigos y hasta llegó a las inferiores de River, pero “la jabalina me atrapó definitivamente a los 12 y aquí estoy”.
-Pará, ¿pero cómo eras como futbolista?
-Mucho no me destacaba. Jugaba de 2, era rústico, algo sucio, el de los golpes en los córners (se ríe)... La pasaba bien, me gustaba, pero por temas económicos dejé de ir River a los diez.
-Pero sos de Boca y jugabas en River...
-Sí, pero yo quería salir, ayudar a mi familia y no me importaba dónde. No tenía problemas de jugar en River aunque fuera de Boca. Quería ganar plata...
-Y en el barrio, cuando pasabas con la jabalina, ¿no te decían “andá a jugar al fútbol”?
-Sí, me decían “dejá eso y vení a jugar al fútbol, qué vas a perder el tiempo”, pero con los años se dieron cuenta que no era así. Yo invertí a futuro. Ellos están ahí, hacen trabajos dignos, pero estarían mejor si hubiesen estudiado...
-¿Y qué te apasiona de la jabalina?
-La forma de volar, me gusta hacerla volar. No tiene mucha explicacion si no lo experimentás. Es una sensación muy particular. Ir, correr, lanzar y llegar hasta el infinito. Siempre lo digo porque es mi anhelo. Se llega adonde uno quiere llegar, no donde uno puede. Si no llegás es porque sos flojo de la cabeza...
Esa madurez y exigencia presenta Braian a los 18 años. Y por eso, en estos últimos 12 meses no ha parado de crecer: del bronce de los Panamericanos 2011 (tiró 79,53 metros) pasó a su mejor marca en el Grand Prix Sudamericano (79,73) y a ganar el ro en el Iberoamericano con 77,33. Hoy, en Barcelona, buscará ser campeón mundial juvenil (ver página 29) para llegar confiado a su primer Juego Olímpico. Pero ojo: el camino a la cima no fue de rosas.
-¿Cuán duro fue todo?
-Nada fue fácil. Yo no era tonto y sabía que muchas veces no había plata en casa, que mi vieja tenía que salir a trabajar de empleada doméstica, que a veces había mate cocido y poco para comer...
-Tanto que en un estudio que te hicieron te dijeron que tenías que empezar a comer carne, ¿no?
-Sí, comíamos mucho verduras que nos regalaban en las quintas de la zona.
-¿Cómo era ir a entrenarte comiendo poco?
-Es lo de menos cuando sos chico, yo iba a entrenarme sin importar nada.
-¿Lo vivías naturalmente o te costaba?
-(se pone serio) No había comida y no había opción. Un mate cocido y a entrenarse. Mi vieja decía “no hay” y listo, no había plan B. Hoy, por suerte, mi familia no pasa esa necesidad. Come lo que quiere, duerme mejor y se pudo construir una casita al lado de la casilla. Así me voy siempre más tranquilo de casa.
-Te debés sentir muy tranquilo al poder ayudar.
-Sí, se siente mejor. Ayudarlos siempre fue una motivación en mi carrera.
-¿Y hoy como te ven tus tus hermanos?
-No sé, yo trato de ser uno más. Para ellos no soy el atleta Braian Toledo que sale en la tele, aunque tenga un estilo de vida totalmente distinto a ellos.
-¿Es verdad que dormías en el piso?
-Sí, al principio porque me quedaba chica la cama...
-¿Y cómo era ir a entrenarse sin dormir bien?
-Y no sé... Me acostumbraba... No tenía opción.
-¿Y cómo fue cuando empezaste a ir los hoteles cinco estrellas?
-Bajaba el colchón al piso. Hasta hace un año dormía en el piso, aunque tuviera una gran cama. No podía acostumbrarme, no me sentía cómodo...
-¿Y ahora?
-Gustavo me convenció de que debía acostumbrarme.
-Siempre entrenaste en Marcos Paz, en su “laboratorio”, en una pista sin las mejores condiciones. ¿Qué te dio en comparación a los atletas de la potencias que tienen todo?
-La pasión y las ganas que tenemos con mi entrenador lo son todo. Yo me sigo entrenando en pasto como hace dos años, en el mismo gimnasio y en los lugares que no tienen nada, pero desde ahí tiré 79 metros... Y a mí me alcanza con tener a mi familia bien, gozar de salud y poder tirar una jabalina... Es mi lugar. Me gusta lanzar ahí, volver a mi esencia... Me siento cómodo y feliz.
-Hasta Isinbayeva (mejor saltadora con garrocha del mundo) se sorprendió.
-Sí, no me creía que me entrenaba acá. Se reía y creía que la estaba cargando, hasta que le mostré fotos y un video. Se sorprendió.
-¿Es verdad que lanzar en césped y no en una carpeta te ayudó, te dio más fuerza de piernas?
-Sí, es verdad, por eso no lo cambio por nada, ni por lo que tiene un alemán o un estadounidense. De acá salí yo y orgulloso estoy.
Fuente: Revista Ole